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miércoles, 16 de diciembre de 2015

HISTORIAS EDIFICANTES

Inauguro hoy sección con esta información que me pasa el Duende Archivero.
         Siempre me ha hecho mucha gracia eso de las historias edificantes, relatos fieles a la moral dominante cuando se escribieron, adecuados a cada edad y condición. Historias que tratan de guiar rectamente a los lectores a los que van dirigidas para que se conviertan en seres virtuosos y ejemplarizantes.
         Ya os podéis suponer que lo que yo considero "edificante" difícilmente va a poder coincidir con el criterio de quienes inventaron el término. Espero, al menos, que les resulte de agradecer que me haya empeñado en rescatar el "palabro"; aunque sea adaptándolo a mis propios fines.

Bien, dejando ya este rollo (¿he dicho rollo?, ¿yo he dicho eso?),  pasemos a la noticia en cuestión, que me llega directa, nada menos que de un foro de talleres de reparación de automóviles llamado "Castrol Carma". Se trata de la Historia de Bertha Benz y el primer viaje en automóvil. Ahí podéis leerla entera.




Aquí Bertha y sus cuatro hijos en 1883.

Me ha gustado sobre todo la parte en que se cuenta cómo Bertha se las fue ingeniando para solventar todos los problemas mecánicos que iban surgiendo, ideas algunas que fueron incorporadas más tarde a la fabricación de los siguientes prototipos.

Bertha Benz (1849-1944) nació en el Gran Ducado de Baden, en el seno de una familia rica. Siendo novia de Karl Benz, se interesó activamente y desde el principio en el trabajo de este, aportando dinero de su dote para ayudarle en la financiación de su taller y sus primeros modelos, y de ese modo se convirtió en su socia empresarial. Sin embargo, tras casarse (en 1872), y de acuerdo con la ley alemana, perdió su poder legal para ejercer como inversora y pasó a ser considerada solamente un ama de casa, sin derechos empresariales sobre el negocio. Y cuando llegó el momento de solicitar la patente del invento, ni siquiera pudo ponerse su nombre en ella, ya que la ley, nuevamente, no permitía que una mujer casada fuera reconocida como co-inventora.
        El viaje que emprendió Bertha cambió por completo el futuro de la fábrica familiar, y en realidad de todo el sector del automóvil. El público comprendió que ahí había futuro, que esos modernos artilugios tenían una verdadera utilidad. Y empezó a comprar el invento.
         Karl Benz murió en 1929, pero Bertha le sobrevivió veinte años. Falleció en 1944, a la edad de 95 años.

Una narración del viaje más detallada y exhaustiva puede encontrarse en FRONTERAS.

Para concluir, solo decir que, durante todas mis lecturas sobre este asunto, no dejaban de venirme a la cabeza esos simpáticos cartelitos que, afortunadamente, creo ya en vías de extinción. Algún día habrá que quemarlos en público para exorcizar pasados demonios.








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