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martes, 13 de enero de 2015

ESPECTROFILIAS - Monsieur Maurice

Nueva novela fantasmal leída. En esta ocasión le ha tocado el turno a una de la autora Amelia B. Edwards.



Considerada la primera mujer egiptóloga, la periodista y novelista Amelia Edwards nació en Londres en 1831, en el seno de una familia de clase media acomodada. Fue su madre, una mujer culta e inteligente, quien inculcó en ella el gusto por la literatura, el teatro, la música y la pintura. Amelia heredó el carácter decidido de su padre y la sensibilidad de su madre y mostró desde temprana edad una gran aptitud para el dibujo y la escritura, publicando en distintos medios artículos, cuentos e ilustraciones.
         Publicó en 1855, con veinticuatro años, su primera novela larga, My brother's wife. Siguió cosechando la consideración del público hasta que en 1864, con Barbara's History, consolidó definitivamente su reputación como novelista y consiguió una completa independencia económica. Su mayor éxito literario se lo proporcionó la novela Lord Brackenbury (1880) que llegó a tener quince ediciones.
         Tras la muerte de sus padres empezó su etapa viajera. Inglaterra encerraba para ella muy tristes recuerdos y eso le sugirió la búsqueda de nuevos horizontes. Realizó numerosos viajes por Europa, recorriendo regiones inhóspitas generalmente vedadas a las mujeres, en compañía de su amiga y compañera Lucy Renshawe, con la que viviría durante 30 años.
         Tenía ya cuarenta y dos años cuando, en noviembre de 1873, emprendió su único viaje a Egipto, una vez más acompañada por "L" (como siempre llamó Amelia a Lucy en sus escritos). Quedó definitivamente marcada. Se enamoró perdidamente de Egipto.
         Comenzó aprendiendo los caracteres jeroglíficos y estudiando una multitud de antigüedades egipcias. Realizó un viaje por el Nilo, lo que sería el germen de su libro más conocido: "Mil millas Nilo arriba", ilustrado por ella misma; y llegó a Abu Simbel, donde permaneció seis meses y realizó una excavación por su cuenta que dio como resultado el hallazgo de un Santuario hasta entonces desconocido.
         Durante su estancia tomó conciencia del estado en que se hallaban los monumentos faraónicos, sometidos al expolio y al descuido de turistas y comerciantes. Al regresar a Londres fundó el Egypt Exploration Fund (actualmente la Egypt Exploration Society), entidad destinada a la salvación de las riquezas históricas y al patrocinio de excavaciones en Egipto. Se formó concienzudamente en la historia y el arte de aquel país y trabó amistad con reputados egiptólogos de la época, tales como Flinders Petrie o Howard Carter.
         Fundó además la primera cátedra dedicada a dicha disciplina en el Reino Unido, asegurándose de que la Universidad que la albergase no hiciera distinción entre hombres y mujeres para su acceso. Amelia era una decidida sufragista y durante toda su vida fue un ejemplo de la lucha por la igualdad.
         Murió en 1892 de una simple gripe. Está enterrada en Westbury-on-Trymm, en una tumba presidida por un obelisco y cubierta con una lápida en forma de signo anj.

MONSIEUR MAURICE



Además de sus libros de viajes, Amelia B. Edwards escribió cerca de setenta cuentos de ficción sobrenatural.
         Sus relatos muestran su fascinación por los paisajes y climas extraños y están rodeados de la atmósfera romántica de los lugares recónditos que visitó. Es patente que dedicaba mucho tiempo y esfuerzo a recrear los ambientes en que se desarrollan sus novelas (solía trabajar en cada una de ellas unos dos años), y a establecer los antecedentes de sus historias.
         Todo esto es algo que se aprecia al leer Monsieur Maurice.
         La novela se desarrolla en Brühl, Alemania, en tiempos del rey Federico Guillermo III de Prusia. La protagonista es una niña de diez años que vive en compañía de su padre, oficial del ejército prusiano, en el nuevo destino de este: el castillo del Elector de Brühl. Un misterioso prisionero de origen francés es puesto a su cuidado. La relación afectuosa que se establece entre la niña y el prisionero será el hilo conductor de una serie de sucesos que se encadenan para permitir que entre en juego un elemento sobrenatural de carácter amable.
         La ambientación es estupenda, la autora nos hace "ver" perfectamente el paisaje en cada una de sus estaciones. Para mí ha resultado refrescante sumergirme tan por completo en un entorno diferente y "exótico", en el sentido que se aleja de la mayoría de escenarios de las novelas y cuentos que llevo leídas. Sin alejarse no obstante "de casa", por así decirlo; del entorno privado de una familia, por más peculiar que sea. El castillo y sus moradores aparecen también fielmente representados, deteniéndose la autora en detalles de decoración y comodidad doméstica como no lo haría ningún hombre, salvo contadas excepciones. También considero yo parte de la impronta femenina el particular ritmo con el que se sucede lo narrado. Hasta por lo menos tres cuartos de la novela no aparece, claramente, el primer suceso fantástico. Esto resulta algo frustrante si consideramos que estamos leyendo una ghost story. Pero a la autora parecen importarle más las vivencias de su protagonista y su relación con su padre y su "querido" monsieur Maurice. Y se esfuerza en establecer unas nociones y unas características de partida, para que la aparición de lo extraño resulte más impactante pero también con más significado.  

2 comentarios:

  1. Mira por donde, lo mucho que he aprendido leyendo esta reseña. Enhorabuena.

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  2. Gracias. Yo aprendo a la vez, porque para escribir el artículo, además de leer la obra en cuestión, busco información sobre la autora y el entorno, y a veces me topo con cosas inesperadas de lo más interesantes :-)
    El peligro es que una cosa te lleva a otra y es un no parar XDD

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