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jueves, 8 de enero de 2015

Espectrofilias - Galería de Espectros

Durante estos días de vacaciones he seguido acumulando munición sobre nuestro tema, haciéndome con un buen puñado de títulos y autoras con los que ilustrar ese amor femenino tan acusado por los espectros.
         Para empezar, me voy a referir hoy a un título que encontré en la Biblioteca y que llevo ya más que mediado. Se trata de "Galería de espectros", un libro publicado en 1995 en la colección El Club Diógenes, de la editorial Valdemar.


En él se agrupan tres novelas cortas, de otras tantas autoras del siglo XIX, elegidas como muestra representativa del género. Tenemos Un fantasma enamorado, de Vernon Lee. La puerta abierta, de Margaret Oliphant. Y Monsier Maurice, de Amelia B. Edward.

En la contraportada se dice sobre el libro:

Galería de espectros responde al deseo de presentar al lector las mejores historias escritas sobre aparecidos, espectros y fantasmas, en definitiva lo que en el mundo anglosajón se define como «ghost story», un género que no han eludido los escritores realmente grandes.
         Para llevar a cabo esta vindicación hemos elegido tres historias que permanecen en la cima del género por su belleza y calidad literaria y tienen la peculiaridad de haber sido escritas por mujeres, a quienes tanto debe el «ghost story».

Fiel a mi instinto de orden, yo he empezado por la de en medio: La puerta abierta, de Margaret Oliphant.

Margaret Oliphant, por Frederick Augustus Sandys (***)
Nació en Escocia en 1828 y a los diez años su familia se trasladó a Liverpool. Triunfó a los veintiún años con su primera novela: Passages in the life of Mrs. Margaret Maitland.
         Las desgracias familiares y los problemas económicos la acosaron durante toda su vida, por lo que se vio obligada a escribir a un ritmo intolerable. Pese a ello, está hoy justamente considerada como una de las grandes escritoras victorianas, destacándose sobre todo sus incursiones en el terreno de la "ghost story". Murió en 1897.

La puerta abierta es una novela deliciosa y fácil de leer. Igual que no me acabó de convencer La casa deshabitada, de Charlotte Riddell, a causa del cambio de registro que se producía a mitad de la novela y que no acababa de resultar, lo mejor de esta otra es en mi opinión precisamente el tono, tan logrado, equilibrado y bien medido entre acción y ambientación. Y el hilo conductor, el personaje del padre, desde el que todo se contempla, posee una auténtica naturaleza propia, lo que hace que nos resulte aceptable la premisa sobrenatural y hagamos el esfuerzo de creer en lo improbable.


Personalmente me ganó desde el principio el escenario, una mansión que alquila la familia del protagonista en alguna parte de Escocia, con ruinas en el jardín y un bosque denso de tilos y abedules. La acción transcurre siempre de noche y en plena naturaleza, con esa puerta abierta que ya no lleva a ninguna parte, como umbral metafórico hacia lo desconocido.
         Y como telón de fondo, y también como motor principal de la actividad de los personajes, una vida familiar bien dibujada, acorde a los cánones de la época, y un conflicto basado principalmente en sentimientos y cuestiones personales. ¿Se puede pedir más de una ghost story

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